sábado, abril 11

La crónica roja y la batalla de nuestras conciencias


Tomado de blogs.clarin.com

Sí, es cierto. La crónica roja vende, y muy bien. Lo acabo de ratificar para siempre. Acabo de clarificar mitos, de transformar en certezas algunas pequeñas dudas que me quedaban sobre el por qué la sangre y sus manchas rojizas -ese lado más aberrante del ser humano- tienen algún imán para la ansiedad de las personas.
Google Analytics me puso el espejo. Esta herramienta del gigante informático, que permite analizar diariamente el tráfico de usuarios de un sitio en las más prácticas formas (de qué país o ciudad son, qué contenido buscan, cuánto tiempo lo leen, etc.), me demostró que el texto más leído en este blog durante sus poco más de cuatro meses de vida es el post Reflectores para el poder, no periodismo aséptico, en que se analizó el pedido político del Procurador mexicano a los medios de no informar en demasía (y sobre todo si eso demostraba negligencia del poder) sobre el desangre en ese país a causa del narcotráfico.
¿Cómo han llegado lectores de 19 países y 122 ciudades a este texto en tan solo 35 días? La palabra decapitados tiene la respuesta. Esa palabra tan gráfica, horrenda, filuda, es la que mueve todo el morbo a través del buscador de Google hasta llegar al post.
"Videos cuerpos decapitados Jalisco", "decapitados en México", "cuerpos decapitados en México", "videos de personas decapitadas". Son solo los cuatro primeros lugares en la clasificación de qué palabras usaron los lectores que llegaron a mi post al hacer una búsqueda con Google.
Las cifras me llevan a una reflexión sobre los contenidos que entregamos en los medios a esa masa invisible que consume cosas a veces por instinto, por sensaciones, por morbo. Una reflexión sobre la responsabilidad al entregar esos contenidos.
No es que no necesitamos crónica roja. Eso, de plano, lo descarto. La sociedad necesita saber qué pasa en su lado más horrendo, porque la vida tiene extremos y también matices. Pero sí inquieta ratificar que hay una tendencia a consumir podredumbre si es que se la produce de forma antiética, de una manera sensacionalista.
¿Es posible una información ética, inofensiva, de crónica roja? ¿Es posible una crónica roja que demuestre los problemas sin morbo e intente plantear soluciones dentro de esa necesaria mediación a la que están llamados los medios, a la que estamos obligados los periodistas?
Creo que sí. Javier Darío Restrepo, el periodista colombiano especialista en ética, también lo cree. Él se hace preguntas. Se cuestiona, a manera de pedagogía, que si hay unas audiencias ávidas de sensaciones, ¿por qué no satisfacerlas? ¿por qué no lucrar con esa demanda de información?
Restrepo recalca la necesidad de una información humanizada y humanizante y que las respuestas éticas que se deben encontrar van por un camino con tres senderos: el de las soluciones, el de la emancipación y el de la elevación. En resumen, habla de un periodismo que "busca con urgencia la solución de un problema concreto, se propone librarse de los prejuicios y de las imposiciones interesadas de un periodismo comercializado y, sobre todo, quiere descubrir una dimensión elevada de la profesión".
La crónica roja, el sensacionalismo, entonces, es un desafío diario, una pregunta ética cotidiana que debe martillar en nuestras conciencias. Claro que a veces erramos en esas guerras diarias, en esas guerras perdidas. La historia del periodismo sensacionalista ha sido esa: múltiples tendencias, gigantescos errores, desde su despegue definitivo con la batalla -a finales del siglo XIX- de los editores norteamericanos William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, los padres modernos del amarillismo, para quienes los titulares escandalosos, la magnificación de los hechos, la mentira y el rumor fueron los secretos que levantaron imperios (suena tan paradójico que los Pulitzer sean ahora, tal vez, el galardón más prestigioso en el mundo periodístico).
La sociedad necesita un periodismo que le muestre su espejo, una imagen que tiene cosas buenas y malas dentro de un arco iris de posibilidades. "Los medios -recalca Restrepo- aportan para construir o para destruir. Anuncian y estimulan esa construcción cuando descubren o vocean los logros humanos (...) También se cumple esa tarea (la humanística) cuando (el periodismo) desciende a los abismos de la perversión humana, cuando se los muestra como lo que no debe ser, puesto que también, y muy especialmente, se crea conciencia en el conocimiento del error y del mal. Pero cuando por ligereza o inconsciencia el mal aparece como un bien, o el bien se desfigura, desprecia o trivializa, el medio en vez de construir destruye".
Nuestra batalla diaria es, entonces, con nuestra conciencia. Esa que, en el fondo, siempre nos está golpeteando en cada edición, en cada decisión editorial que tomamos cuando estamos en esa mesa de cirujanos en que se convierte nuestro escritorio cuando extirpamos palabras, las movemos, les damos más vida o las botamos al tacho. Son párrafos, títulos, fotos, pie de fotos, en los que muchísimas veces están en juego la vida de las personas. Sí, es así de grave como suena.

3 comentarios:

Alexandra rodriguez dijo...

personalmente el periodismo debería informar, sea cual fuera la noticia, los diarios, se clasifican en amarillistas y diarios formales, por eso se trata de hacer "calzar" las fotos y texto, para poder encasillar perfectamente en esas categorias.
maxificando imagenes sangrientas, desnudos y titulos explosivos, y otros omitiendo sangre en fotos, desechando mucha piel desnuda, y tratando de que el titulo sea acorde a su mision.

La cronica roja es una rama de doble filo, estoy de acuerdo que las conciencias estan en juego, lo que sale impreso a veces decide la vida de una persona, pero tambien ayuda a ellas.

Pienso que el morbo por las cosas mas friks de la vida, nos viene desde la cuna....la naturaleza humana, unida con el medio donde crecemos, nos hace tener sed de cosas que nos paralizan de temor, cosas criticables y horrores que no vemos a menudo, como dijo Diane Arbus, fotografa de todo los fenomenos de circo y personas discapacitadas. .."...nos gusta lo que mas tememos.."
AA

Roger dijo...

Precisamente yo me he propuesto hacer una tesis sobre este tema... Y me está resultando un duro trabajo. Si me puedes ayudar con alguna bibliografía o sugerencia te lo agradecería. Por lo demás, tu artículo es una buena referencia

Fernando Astudillo dijo...

Gracias Roger. De la bibliografía local una buena referencia es el libro de Fernando Checa Montúfar, llamado El Extra: las marcas de la infamia.Aproximaaciones a la prensa sensacionalista, publicado por la Universidad Andina Simón Bolívar, Ediciones Abya-Yala y Corporación Editora Nacional. Busca en saladeprensa.org, hay ensayos diversas sobre comunicación social y de seguro hay el tema que buscas. Otra opción interesante es el Consultorio ético de la Fundación para un nuevo periodismo Iberoamericano (www.fnpi.org)
Saludos