sábado, mayo 23

¿Adiós a los dedos manchados?

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Tomado de www.caccauldron.com

Los ecologistas radicales lo ansían. Están tan esperanzados en que ese día soñado llegue y que sus ojos puedan verlo antes de morir. Sí, ese día que algunos predicen está cerca: el de la muerte del papel. O de su extinción por partes, para no ser tan escandalosos ni absolutos.
El Kindle DX , presentado recientemente por Amazon, el gigante estadounidense de la venta virtual, reactiva un tema del que ya se ha hablado, pero que se anuncia está en un punto trascendental para su despegue: el de una futura sociedad que use cada vez menos papeles.
El Kindle es un lector electrónico. Caben en él hasta 3.500 libros, pueden hacerse anotaciones al margen como se las hacen en el papel, se reciben en él, vía inalámbrica, varios periódicos del día y, por sobre toda estas parciales características atractivas, da en el golpe a la crítica principal que se ha hecho a los impulsores del fin del papel impreso: tiene el tamaño y el manejo de una revista. Es como agarrar un ejemplar cualquiera, es como asir el periódico del día y leer en una pantalla finísima que parece papel. Es un golpe para los que aseguran que los románticos del tacto, esos a los que nos encanta palpar, oler y hasta ensuciarnos los dedos con las páginas, no plegaremos a las bondades electrónicas.
El mercado estadounidense -aún con su crisis una fuente esencial para las tendencias mundiales- ha tomado decisiones interesantes estos últimos días. Amazon mostró su Kindle (que por ahora se lo reserva on-line a un costo de $ 489) con un acuerdo de colaboración con el mismísimo The New York Times, tal vez el periódico más prestigioso del planeta.
El Times, en medio de una crisis feroz para los medios impresos del primer mundo que se preguntan cómo sobrevivir a un negocio que está en un cambio vertiginoso en sus formas no en sus esencias (ellos mismos tienen su propio edificio hipotecado), ya visualiza un presente inmediato en el que pueda disminuir los costos de producción que genera el papel, la tinta y toda esa maquinaria gigantesca que está detrás de un ejemplar impreso.


El Kindle DX busca popularizar la lectura de diarios en forma
electrónica.

Tomado de amazon.com

¿Es una exageración hablar de un futuro sin papel? Por lo general la lógica presente nos encadena a pensar que nuestras certezas actuales serán certezas futuras en muchos aspectos de la vida.
“Yo aprendí varias cosas, una, que el futuro no tiene por qué discurrir por criterios de sensatez”, reflexiona Joan Fontcuberta, el galardonado fotógrafo español, cuando recuerda su respuesta, hace ya varios años, a una investigación de mercado sobre qué le parecía un celular que pudiera tomar fotografías: “Una solemne estupidez a la que no le auguraba ningún éxito”.
Ya hace cuatro años, Bill Gates, el magnate estadounidense fundador de Microsoft, decía en una entrevista con The Times de Londres que estábamos al borde de un mundo sin papel, que se vive un momento en que está muy cerca un cambio clave en las formas.
¿Alguien pensó hace 16 años que, en términos de estadísticas de usuarios, casi cada ecuatoriano tendría en el 2009 en sus manos un celular que toma fotos? Hay otras preguntas más difíciles, que luego serán certezas que podrán extinguir imperios o firmas sin previsión. Joan Fontcuberta recuerda una en un texto publicado en el libro
¿Soñarán los androides con cámaras fotográficas?
Los accionistas de la entonces gigante de la fotografía, Kodak, escuchaban en 1985 a Colby Chandler, su presidente, denostar el futuro de las cámaras digitales.
“Las cámaras electrónicas son inviables porque a la gente le gustan las copias en color sobre papel, y la tecnología digital no puede proporcionar una calidad semejante (...)”.
Solo fue hace 24 años. El resto ustedes lo conocen. Han tomado tantas fotos ya.

jueves, mayo 14

La roja huella del silencio ante el terror

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La represión durante el golpe militar chileno.
Tomado de elretratodehoy.com.ar
"Matar comunistas en un momento determinado era una necesidad biológica, poco menos, de los militares para poder funcionar. Necesidad que tenían que cumplir para poder equilibrar al país(...)".
Así, de golpe, sin rubor alguno, Álvaro Puga, asesor de 1973 a 1976 del dictador chileno Augusto Pinochet, lanza una frase de impacto frente a la cámara. Su rostro no se sonroja, pero sus dedos se mueven nerviosos durante la entrevista.
Es solo uno de los tantos dardos de los que está repleto el documental chileno El diario de Agustín, que muestra documentadamente cómo el diario de Agustín Edwards Eastman (El Mercurio y su grupo mediático) colaboró con la dictadura de Pinochet para minimizar, ocultar y tergiversar, a través de los contenidos (algunos de ellos montajes), la desaparición de miles de chilenos y la tortura de otros miles más durante el régimen de terror de la Junta Militar (1973-1990).
Valiente, periodístico, contradictor para evitar la desmemoria. Punzante para encontrar la interpretación adecuada a través de imágenes y documentos tan demoledores como memorándums de la CIA o las entrevistas a personajes del antiguo poder y de la prensa del pasado. El documental de Ignacio Agüero y Fernando Villagrán (pincha acá para verlo en la web) tiene otro mérito: es un proyecto de tesis de seis estudiantes de periodismo de la Universidad de Chile, comprometidos a entender un proceso doloroso para el oficio de ese país y de Latinoamérica entera. Un proyecto que busca evitar que la palabra impunidad se mantenga.
2.279 muertos. 28.456 víctimas de prisión política y tortura. Y un silencio mediático cómplice de El Mercurio, el diario más influyente de Chile, junto a La Segunda, otro de sus productos de corte popular.
"¿Cómo pudimos vivir 30 años de silencio?", le preguntaba el ex presidente Ricardo Lagos a los chilenos en el 2004 en una imagen del documental. Inmediatamente la toma insiste en Lagos, en otro escenario y con otra frase: "Es difícil entender la historia de Chile sin El Mercurio".
Es una historia centenaria. El Mercurio, fundado en Valparaíso en 1827, y refundado en Santiago en 1900, es el diario más antiguo de habla hispana.
Su poder ha sido fundamental en la historia contemporánea chilena. Un poder que era necesario usar para responder tantas preguntas que se iban tejiendo en el escenario chileno a medida que el régimen dictatorial ejecutaba su política de exterminio a sus opositores. A los que no pensaban como ellos. A los que no bajaban la cabeza para decir sí a una forma de vida sin crítica.
¿Cómo se explicaba una sociedad la desaparación de miles de personas? ¿Qué hacer con esos padres, madres, esposos, primos, amigos, tíos, que comenzaban, incómodamente, a hacer preguntas, a insistir por ese ser que, de la noche a la mañana, desapareció? ¿Qué hizo la prensa en esos momentos?
El documental nos lo responde: Calló y mintió. Se dejó usar por los aparatos de inteligencia de la dictadura para entregar fotos, "verdades", "primicias". Como esa del único cuerpo arrojado desde el aire al mar en el que fallaron los cálculos de los pilotos. El cadáver apareció incómodamente en la playa, pero el diario oficial informó que era una bella mujer de 23 años que había sido asesinada por motivos amorosos, cuando la realidad era que el cuerpo pertenecía a una dirigente comunista de más de 40 años.



El montaje de la inteligencia militar, asumido
por el diario La Segunda (del grupo El Mercurio)
sobre la "autodepuración" de comunistas chilenos
en territorio argentino.
Tomado de trincheradelaimagen.blogspot.com

Tal vez el montaje más impactante sea el que tramó la inteligencia militar para responder a esa molestosa pregunta de dónde estaban tantos chilenos desaparecidos. Se armaron dos revistas falsas (una en Brasil y otra en Argentina), en donde se contó la historia de que 119 extremistas chilenos se exterminaron entre sí en Argentina, Colombia, Venezuela, Panamá, México y Francia. La revista con edición única en Buenos Aires, llamada Lea, y O Dia en Curitiba, Brasil, informaron casi al mismo tiempo la primicia. Mientras, se buscaron cadáveres irreconocibles en Argentina a los que se les puso entre sus ropas las cédulas de los chilenos. El resto fue lo obvio: UPI, la agencia de prensa estadounidense, transmitió al mundo la matanza entre marxistas y desde luego El Mercurio y La Segunda, abrieron sus diarios con los titulares respectivos. Allí estaba la respuesta que tanto pedían, decía, en esencia, un editorial de El Mercurio. "Exterminados como ratones", gritaba en su primera página La Segunda.
El costo del silencio frente al poder. ¿Qué decisiones tomar en una situación similar? ¿Cómo hacer periodismo si, en un momento determinado, llega una pistola a decirte cómo titular? Es una dura pregunta, que tendrá tantos matices como respuestas individuales.
Esas son las preguntas que deja El diario de Agustín. Una reflexión honda sobre un hecho que no es nuevo en las sociedades contemporáneas y que no tiene bandera ideológica. Las matanzas, el terror, no han distinguido corrientes: han sido brutales de derecha, brutales de izquierda, brutales de nacionalsocialistas, brutales de liberales y neoliberales. La brutalidad no tiene sello único. Es brutalidad al fin.