jueves, julio 15

En Facebook no dejamos de ser periodistas


Tomado de farm3.static.flickr.com
A Octavia Nasr no le sirvieron de escudos sus 20 años como corresponsal de CNN. La cadena de noticias la despidió porque usó su cuenta de Twitter para expresar su pesar por la muerte de un clérigo libanés considerado "terrorista" por los Estados Unidos.
El Gran Ayatolá Sayyed Mohammed Hussein Fadlallah, según esta nota de la BBC, el clérigo chiíta más influyente en el Líbano y quien inspiró al grupo militante Hezbolá, falleció a inicios de este mes en Beirut.
Nasr había escrito, apenas enterarse del fallecimiento: "Me entristece oír que murió Sayyed Mohammad Hussein Fadlallah... uno de los grandes de Hezbolá que yo respetaba mucho".
El despido de Nasr (acá su argumento y disculpa por el tweet) que, según la CNN se da porque su comentario comprometía la credibilidad de la corresponsal en el Medio Oriente, no es el único. Es uno de los últimos de una serie de eventos que se han dado en tiempos recientes, en que el uso de las redes sociales está profundizándose cada vez más en las redacciones. Y como todo lo nuevo, aún hay miedos, dudas y líneas muy delgadas sobre si se puede separar lo institucional de lo personal en los comentarios de los periodistas en estos sitios.
¿Son realmente dos voces las que se pueden separar? ¿Podemos hablar de que hay un ser que a veces escribe como periodista y en otras veces lo hace como no periodista? Plantearía estas interrogantes como primer paso para la reflexión. Y la respuesta obvia es que no. El periodista es el ciudadano. El ciudadano es el periodista. Lo que dice en las redes es su única voz y debe entenderse como otra más de sus responsabilidades frente a su público, por pequeño que sea y que, lo querramos o no, interpretará nuestros comentarios como parte de nuestra realidad periodística.
¿Somos entonces esclavos de nuestro oficio? Yo diría que la ética inherente al periodismo es la de la disposición permanente para el oficio. Somos periodistas las 24 horas del día, lo que no significa que no tengamos vida propia ni que podamos usar las redes sociales para comentar sobre trivialidades de nuestras realidades personales, si así lo queremos. Lo que está claro es que las redes, si las usamos como parte de nuestra perspectiva profesional, tienen las mismas reglas que el papel, que la televisión o la radio. Allí están vigentes la ética, el citar la fuente, el argumentar, el aceptar la crítica con altura, el diferenciar la opinión de la información. Está vigente, sobre todo, buscar ese triángulo fundamental del periodismo: la búsqueda de la verdad con responsabilidad e independencia.
Hay un debate intenso en estos momentos en algunos grandes medios sobre qué hacer. Unos han tomado una medida radical: el control de lo que dicen sus periodistas en las redes. Otros piensan que eso es una censura, esa que los medios siempre han criticado de parte del poder.
Estoy convencido en las posibilidades infinitas de la libertad de la red. Suscribo esa libertad. Pero por supuesto que esa posibilidad de ser libre viene aparejada, como siempre lo ha sido en el oficio, con una gran responsabilidad. El debate sigue abierto.

Algunas políticas de medios sobre redes sociales y más:

Las reglas de The Washington Post para sus periodistas.
Lineamientos de Associated Press.
La política para los periodistas de The New York Times.
Lineamientos de Folha de Sao Paulo.
Las reglas de Reuters.
Las reglas de WSJ "son muy restrictivas". Una visión desde el Nieman Journalism Lab.
Jeff Jarvis, contra los controles en redes sociales.
Participa en foro de la FNPI: ¿Deben los medios controlar lo que sus periodistas hacen en las redes sociales?
Despiden a periodistas por postear videos satíricos en YouTube.

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