
Tomado de elcinturondehipolita.com
Hay un cuento de Edgar Allan Poe que me fascina. Se llama William Wilson y su argumento, que retumba como pesadilla, es sencillísimo: Hay una conciencia, en este caso física, que persigue y llega a atacar al personaje central. Es idéntico, parece un clon. Siempre lo desenmascara, lo hace quedar en ridículo cada vez que Wilson destruye. Cada vez que transgrede. Cada vez que delinque. No importa que él sea poderoso, el otro es su sombra, su fantasma más temido.
Me he acordado de William Wilson ahora que estuve por Venezuela y entendí con más fuerza lo que está pasando en ese país con sus medios, polarizados, divididos al máximo, y haciendo cada día menos periodismo y más propaganda, con las excepciones que siempre habrán al generalizar. Me he acordado de William Wilson por Venevisión, un canal que suavizó su línea editorial (algunos hablan que la vendió) con el gobierno de Hugo Chávez. Pasó de ser fuerte crítico y actor importante a nivel informativo en el golpe del 2002, a ser un canal complaciente con el gobierno del principal impulsor del socialismo del siglo XXI en la región.
Y más me acordé de la genialidad de Poe al conocer lo que hace VVlibre, una cuenta de Twitter que algunos periodistas dentro de Venevisión abrieron (obviamente en la clandestinidad) para contar lo que no sale al aire. Para ser la sombra de los censores internos, los que cambian títulos en la web del canal, los que se reúnen con funcionarios que dan indicaciones para que los temas no suenen críticos. Para ser el fantasma más temido con todos esos que hacen propaganda, no periodismo.
"No más silencio, así fue censurada noticia sobre #huelgaoea en nuestra página web"; "Cifras que no verá en nuestro canal: Más de 30 muertes violentas este fin de semana en Caracas"; "Esperando si nos dan la orden de transmitir en vivo a Chávez desde la ONU. Lo cierto que "el imparcial" De la Cotera (ejecutivo de Venevisión) dijo q abrirá noticiero".
Son solo tres muestras de las actualizaciones en la red social de microblogging. Pero también son la muestra de cómo se destruye al periodismo cuando las radicalizaciones en una sociedad comienzan a afectar las tres principales dimensiones de la libertad de expresión: buscar, recibir y difundir información (acá informe que escribí en El Universo).
Ya, cuando cada bando cree tener la verdad; cuando una sociedad se divide sin matices entre los a favor y en contra y cuando los medios caen en esa trampa, allí ya no se hace periodismo, se hace propaganda. El espejo, ahora más que nunca, es urgente para todos.