domingo, enero 2

El riesgo de la autocensura

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El riesgo, visto por Bonil. Tomado de bonilperiodismo.blogspot.com

La peor censura es la autocensura. Esa práctica que se materializa cuando alguien comienza a martillarse dudas a sí mismo. Las frases “mejor no escribo esto” o “mejor no digo esto, porque me puede pasar algo o porque tal vez no le guste a mi jefe” pueden convertir futuras ideas en ausencias. En silencio.
En Venezuela, donde muchos periodistas hablan con resignación de ese silencio al contar múltiples historias de sus dificultades al ejercer su oficio, ese poder autocensurador tiene un nuevo mecanismo para profundizarlo. El país de Simón Bolívar tiene una nueva ley aprobada por su Asamblea, la de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, que sacude a la internet, a sus usuarios, tan acostumbrados a la tendencia mundial de las libertades en la red. Es una ley, ya publicada y vigente en la Gaceta Oficial, que aumenta dudas y que se convertirá en una perfecta herramienta para la autocensura.
¿Por qué tendrá (o tiene ya) ese poder autocensurador? Básicamente apela al miedo, al clásico “mejor no me meto en problemas”, que puede ser más duro aún si nace de un “mejor no pienso”. Tal como está confeccionada, hasta los comentarios de los lectores de un medio electrónico están sujetos a sanciones, no al usuario que hace el comentario, sino al medio y al, increíblemente, proveedor de internet, que está obligado a establecer mecanismos que permitan “restringir, sin dilaciones, la difusión de mensajes divulgados” que vulneren la ley.
Generará autocensura porque sus lineamientos son subjetivos. La ley prohíbe difusión de mensajes por medios electrónicos que puedan “fomentar zozobra en la ciudadanía o alterar el orden público”, “desconocer las autoridades”, “irrespetar a los poderes públicos o personas que ejerzan dichos cargos”, o que “induzcan al homicidio”.
¿Cómo se decide, desde la subjetividad, qué fomenta la zozobra, qué altera el orden público o qué significa desconocer las autoridades?
El oficialismo en Venezuela niega que se quiera controlar lo que se dice en internet, pero las voces críticas y el debate en las redes sociales y medios apuntan a que se busca controlar y sancionar no a los pequeños internautas, sino a los medios que tienen mayor capacidad de penetración.
Este ejemplo venezolano, que se acerca tímidamente al modelo chino o cubano en sus controles, es para reflexionar. A las puertas de que este nuevo 2011 la Asamblea ecuatoriana trate la tan dilatada Ley de Comunicación –que no incluye los contenidos en internet en sus previas propuestas– el debate volverá con mucha fuerza.