lunes, octubre 18

Noboa dormía y en twitter lo accidentaban

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Tomado de terra.com
Cristian Noboa, jugador ecuatoriano.

"¿Se accidentó Noboa? Extraoficialmente suenan rumores sin confirmar que el jugador se accidentó en Rusia, todavía no se confirma esta versión". El tweet sobre el exitoso futbolista ecuatoriano Cristian Noboa, que triunfa en el Rubin Kazan ruso, lo disparó al mundo el periodista deportivo Vito Muñoz.
Muñoz, un comunicador con más de tres décadas de trayectoria, soltó la noticia en su cuenta de Twitter y enseguida provocó un hervidero de retweets y citas en los que los aficionados preguntaban desesperados por el destino del jugador de la selección ecuatoriana.
Una hora después, Pedro Mauricio Muñoz, ex futbolista, periodista y ahora coordinador de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, hizo lo que los periodistas debemos hacer desde el inicio: agarrar el teléfono y llamar a la fuente, en este caso los padres de Noboa y el propio jugador, que en realidad descansaba en su hogar. Lo informó así en su cuenta de Twitter.
¿Nos salva el que etiquetemos algo como "rumor", como "extraoficialmente"? Yo creo que no. Creo que hay que respirar hondo, aguantarse las ganas de la primicia, aplacar un poco la vanidad del golpe, y hacer una pausa. La pausa de siempre en este oficio, la de contrastar información, la de meditar a quiénes podemos hacer daño con una información como esta.
¿Es inevitable la falta de rigor en Twitter? Algunos -esos críticos dogmáticos de las nuevas herramientas del oficio-, dirán que sí. Yo creo que los periodistas debemos intentar dar el ejemplo. Y por supuesto que nos equivocaremos en este aprendizaje. Lo que debe estar claro es que Twitter y compañía no son terreno diferente. Son espacios en los que la credibilidad sigue en juego, en los que las esencias y técnicas del oficio periodístico continúan inalterables.

viernes, octubre 1

El periodismo venció a la propaganda

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El poder en Ecuador no entiende al periodismo. Pero voy a ser ingenuo y soñar que la tensa jornada que vivió el país el jueves por una inédita sublevación policial, dejará algunas lecciones para intentar comprender qué es este oficio, qué esencias tiene.
Lo que sí entiende el poder es el poder de la propaganda. Lo dejó claro al dejarnos por seis horas claves sin la señal de medios audiovisuales que transmitían los hechos increíbles que sucedieron en el país. Que mostraban, en vivo, imágenes absolutamente kafkianas para el Ecuador entero (y ojo que este es un país devotamente kafkiano).
Seis horas de propaganda. Seis horas de periodismo enmascarado. De un desfile interminable de autoridades por la señal encadenada de EcuadorTV, el canal del estado, en que sobraban adjetivos y faltaban hechos con distancia. En que las loas al poder y el increíble cinismo de presentadores disfrazados de periodistas y de funcionarios nos informaban que todo era normal. Que había una fiesta cívica en esas calles en las que la ciudadanía vio vandalismo, saqueos, disgusto y rebelión a la autoridad.
Por un lado recibimos, una vez más, propaganda camuflada de periodismo. Y por otro, unos periodistas que se juegan por el oficio se daban vueltas en sus redacciones desesperados por no poder salir al aire por una orden gubernamental.
Pero a las 20:00, Ecuavisa rompió la orden. Y casi al mismo tiempo lo hizo Teleamazonas. Y luego Canal Uno. Queda dignidad, muchísima dignidad en este periodismo ecuatoriano, pese a toda la catarata de insultos que nos disparan sábado a sábado. Queda coraje, muchísimo coraje, en este periodismo ecuatoriano en el que muchos ciudadanos dudan como institución debido a la sistemática campaña que lleva tres años al aire.
Eso es periodismo. Esa adrenalina inexplicable que nos acompaña y que se vivió ayer, con certeza absoluta, en todas las redacciones del país. De todas ellas y de cada uno de sus integrantes que adoran este oficio como vehículo de contar, de servir, de fiscalizar, de entenderlo como una vocación. Como una elección maravillosa de vida.
Eso es periodismo. Poder asistir a una balacera impresionante a través del relato de Hernán Higuera, periodista de Ecuavisa, y del camarógrafo Antonio Narváez. Poder ver y escuchar, en vivo, la narración de Hernán, llena de garra y temor a la vez, con una voz temblorosa que sobrecogía, con un aliento que se le entrecortaba en medio del sonido combinado de metralla, fusil y de balas de goma que inundaba la noche quiteña.
Eso es periodismo. Todo ese periodismo que hicieron los múltiples reporteros, fotoperiodistas, que estaban dentro del Hospital de la Policía arriesgando sus vidas por una bala perdida en cualquier ventana. Que sufrieron vejámenes y amagos de órdenes de no disparar sus cámaras, de no documentar más la realidad.
Eso es periodismo. Todo ese que hicieron en todo el país muchísima gente que ama a este oficio. Que se la jugó, una vez más, en medio de pisotones, de insultos, de angustias, de piedras zumbando, de gases lacrimógenos asfixiando.
Ojalá lo entiendan desde el poder. Ojalá entiendan que la generalización es absurda. Que no hay marionetas colectivas. Ojalá entiendan que este oficio es para contar y pensar, duela a quien duela. Y en este momento duele contar y pensar un país que se desangra en sus calles por la delincuencia. Pero que se desangra más, mucho más, en el doloroso vacío de las posibilidades, de los quizás. Esas que siempre nos imaginamos. Aquellas que retratan lo que pudiéramos ser como país.