domingo, junio 20

Neda, su voz, su hito

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Cuando se escriba la historia sobre las diversas formas de comunicación en internet que se consolidaron en este inicio del siglo XXI, el nombre Neda tendrá un lugar importante.
Treinta, cincuenta años después, los sociólogos, teóricos y estudiosos de la comunicación se detendrán en este nombre de mujer, para recordar un hito fundamental en la historia de las redes sociales y su poder influyente para generar movimientos en las sociedades contemporáneas. La imagen de esa iraní de 27 años, y de su sangre derramada en las calles de Teherán mientras moría con los ojos abiertos, es, y será, una pieza clave para entender una época.
Hoy se cumple un año del asesinato de Neda por una bala anónima de un francotirador en esas calles convulsas de la capital iraní. Hace un año, una parte del pueblo de Irán se rebeló y se lanzó a las calles a protestar contra una reelección –acusada de irregular– de un régimen que no permite libertades individuales básicas en una sociedad democrática.
El tema Neda entra otra vez al ruedo con algunos análisis y documentales sobre todo lo que generó el video de su muerte, que fue colgado horas después en YouTube. Una filmación que para llegar a internet tuvo una cadena de custodia marcada por el temor al poder censurador del régimen de Mahmoud Ahmadineyad. Un celular anónimo, luego un doctor inidentificado enviando un correo a varias cuentas fuera de Irán y por último la puesta en el portal de videos por otro anónimo iraní en Holanda, formaron el triángulo básico que cumplió con la súplica que partió del correo electrónico rebelde: “Por favor, deja que el mundo se entere”.


Neda Agha Soltan.
Tomada de blogswork.files.wordpress.com

El mundo se enteró. Y se conmovió. El video de la muerte de Neda Agha Soltan, que hace poco recibió el prestigioso premio de periodismo George Polk y que el Poynter Institute incluyó entre los 200 momentos que transformaron el periodismo en la década 2000-2009, fue el canal para crear un símbolo y una inspiración para la resistencia a un poder polémico.
El propio portal YouTube, en su blog, analiza cómo el video ciudadano es hoy una herramienta para luchar contra la violación de los derechos humanos que se registran en diversas partes del mundo. Estos videos “están haciendo visible lo que antes no era visible (...). En el pasado, esta clase de imágenes las veíamos principalmente en las noticias nocturnas o en documentales, y aun así solo ocasionalmente. Pero ahora que el uso de cámaras y acceso a internet está mucho más extendido (incluyendo a los países en vías de desarrollo), encontramos imágenes sobre derechos humanos mucho más directamente”.
El análisis apunta a que lugares remotos, muchas veces bajo dictaduras, tienen un respiro al poder gritar sus suplicios en la forma de un video. Y las grandes cadenas también difunden ese grito. HBO estrena en EE.UU., y YouTube lo comparte también, el documental Por Neda, un trabajo valiente de un periodista iraní en el extranjero que regresa a su país para, de forma oculta, entrevistar a la familia de la víctima y revelar al mundo quién era esta joven, cómo pensaba, por qué quería rebelarse frente a una visión que pisoteaba sus derechos de mujer, de ciudadana.


Neda, se dice en el documental, es un nombre persa que significa “la voz”. Hace un año la imagen de Neda en el piso fue eso: una voz. Un símbolo que en forma de video que se viraliza por el planeta grita indignado que en una parte del mundo, así como en otras, hay gente que no puede ser libre.

jueves, junio 17

Quieren que rija la época de la tibieza

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Tomado de tinypic.com
El siguiente panorama está a un paso de ser factible en Ecuador. Un día, cualquier periodista de una Redacción de un medio ecuatoriano (más si es de uno independiente y crítico con el poder) podrá recibir en su escritorio una citación.
De repente le dirán que un cabildo o una asamblea popular, manejada por algún dirigente de los "de base" del poder vigente, lo cita para que explique las causas de su reportaje, noticia, o lo que sea que haya producido. Le pedirán cuentas por alguna información que a este grupo comunitario no agradó, consideró inexacta o poco veraz, adjetivo que se maneja repetidamente por los críticos de la prensa que buscan legislarla -no para esa mejora necesarísima por las deficiencias que sí tiene-, sino para acorralarla.
Lo que se pretende con el Consejo de Comunicación es callar a las pocas voces y medios críticos que van quedando. El Consejo, un órgano que será el mandamás de los medios en el país, integrado por dos miembros del Ejecutivo y con cinco más de los que hay derecho a dudar de su independencia, ha sido aprobado en primera instancia, y ahora necesitará solo los votos de la mayoría oficialista en la Asamblea para ser una daga real para la prensa ecuatoriana.
Lo que quiere ese poder es que nos dediquemos a hablar de la farándula. Que insistamos con fiereza en la jerarquización deportiva, en los proyectos televisivos o abundemos en las grandes producciones hollywoodenses. Quisieran que, de repente, nos volcáramos solo a chequear el movimiento de los ciudadanos en los parques, en reconstruir procesos de la sociedad, tan necesarios por supuesto en la prensa. Quieren que nuestros esfuerzos se vean obligados a orientarnos en los extremos banal-enciclopédico, en lo inofensivo, en lo aséptico.
Lo que no quieren son ojos ni oídos en los contratos irregulares, en las emergencias en salud que han movido contratos millonarios pero que no extirpan la ausencia de hasta aspirinas en los hospitales públicos. No quieren ojos, oídos ni talento en el análisis o interpretación (palabra que asusta) de por qué hay una escalada terrible de la delincuencia, de por qué la AFP da la versión al mundo que en Ecuador, hasta de forma online, se contratan a sicarios, o que es evidente que funcionarios de entidades supuestamente independientes reciben órdenes, que acatan con rapidez, desde la tribuna de un enlace sabatino público.
Se viene, entonces, colegas, de pasar esto, una época más dura. Es la época en que nos quieren obligar a la tibieza, al esparadrapo, a voltear la cabeza, a que nosotros mismos nos pongamos las vendas y los tapones de oídos. A no ser que mejor veamos el Mundial u oigamos la música que nos persigue donde vamos y que dice que el país está en marcha.

sábado, junio 5

Con licencia para odiar

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Tomado de www.fotolog.com

El odio se riega por internet y las redes sociales son un vehículo para descargar pasiones de forma colectiva. Algunos grupos que se crean en Facebook parecen un chiste, pueden arrancar una sonrisa, pero tienen una carga profunda que se presta para el análisis.
Hay para todos los gustos. Desde aquel inquieto ciudadano que se siente contrariado los sábados por la mañana y que decidió crear un grupo llamado “Odio las cadenas nacionales del Presidente”, al que lo siguen casi 33 mil personas. O aquel otro que piensa que solo su preferencia musical es la correcta, por lo que hace una plegaria, secundada por más de 95 mil seguidores: “Dios, déjanos a Cerati y te mandamos a Arjona”.
Es el signo de los tiempos. Vivimos una época de peligrosa polarización. Los liderazgos políticos regionales y los críticos de esos liderazgos han abonado para el mensaje de los extremos. De blancos y negros, de estar con una visión o contra ella. De ser amigo o enemigo. Es un discurso que olvida los matices.
Las redes sociales son parte de ese espejo. Su reflejo muestra que no solamente en la región se acentúa la intolerancia. El centro Simon Wiesenthal, una organización judía que busca defender los derechos humanos y fomentar la tolerancia, publicó su informe Facebook, YouTube. Cómo las redes sociales desahogan impacto en el terrorismo digital y el odio, del que la prensa mundial se hizo eco recientemente. En él se hace un inventario de cómo estas dos redes sociales han sido el espacio para aglutinar virtualmente a grupos de odio. Hay desde los que buscan la muerte de los gays en Serbia; los que quieren que los rumanos salgan de Italia, o los griegos, miembros de un grupo que propugna la “supremacía blanca” y que comparte un video titulado Hitler, salvador de Alemania y su creencia de que “solo el nacionalsocialismo puede restaurar el orden y la disciplina, la esperanza, tan largamente destruida por el maligno sistema de la democracia”.
En definitiva, el centro identificó 11.500 sites que fomentan el odio y el terrorismo, y que el “más grande incremento” de desprecio digital ha provenido de Facebook y YouTube, sitios que luego de recibir este informe aseguran que han incrementado sus filtros de seguridad y trabajado en la eliminación de estos grupos.
El tema va más allá de Facebook. La BBC publicó hace poco una nota titulada El odio en internet también es social. En ella analiza cómo Formspring, la red social que permite hacer preguntas anónimamente con el objetivo de conocer mejor a amigos y a cualquiera que tenga una cuenta en el sitio, se ha convertido también en una especie de muro virtual para el insulto, en especial entre adolescentes, un grupo que puede tener un fuerte deseo de exhibición y ser poco reflexivo sobre la importancia de su reputación.
“Esta situación es seria porque generalmente los padres no están preparados para guiar a sus hijos en estas situaciones, y las escuelas no sienten la responsabilidad de intervenir”, le dijo a este portal el abogado brasileño Alexandre Rodrigues Atheniense.
¿Cuántas gotas podemos aportar a esos mares de intolerancia en nuestros pequeños espacios virtuales? ¿Lo reflexionamos cuando insultamos al equipo rival de fútbol y a sus hinchas? ¿Cuando participamos en las tradicionales cadenas de mails con insultos y montajes? El asunto no es si Cerati es mejor que Arjona. O al revés. O que el rock debe aplastar al reggaetón. Es simple convivencia. Es simple respeto por el gusto del otro.