domingo, marzo 22

Periodistas políticos y sus heridas eternas


Tomado de www.elproyectomatriz.wordpress.com

A propósito de lo que en todos nuestros países iberoamericanos es un tema recurrente: los periodistas inmersos en política que van y vienen. Que cruzan el río de una orilla a la otra, que hacen equilibrio en una soga delgadísima. Comparto una reciente reflexión del colega colombiano Javier Darío Restrepo en su Consultorio Ético de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano.

¿Qué pensar del auge de periodistas metidos en política, bajo qué condiciones puede participar un periodista en política? (Jefferson Maradiaga, Escuela de periodismo de Honduras)

Hay dos extremos, ambos rechazados por las normas éticas de la profesión. El del periodista para quien el mundo de la política no existe, porque se dedica a otros temas: vg. La farándula, los deportes, la ciencia, la salud, la economía etc., que él cree distantes y distintos de la política. Además cree que el mandamiento de la neutralidad lo obliga a mantenerse por fuera del mundo político y a no tener partido alguno. Aún se da el caso del periodista que aunque inmerso en la información política, mira esta actividad como una realidad tan ajena para él como la física cuántica, o las discusiones filosóficas sobre los universales, es decir, ajenas a su mundo.
El otro extremo es el del periodista que se siente obligado a hacer proselitismo político a través de la información y carga las tintas oscuras sobre los del partido contrario al suyo; o informa favorablemente siempre que el suyo es o pude ser noticia. También se hace información partidaria cuando le conviene al periodista o cuando se ejerce la profesión con la mira de saltar desde la plataforma periodística al campo de lo político. Entre esos dos extremos, los principios que rigen un periodista ético señalan la universalidad del periodismo. Una profesión que se ejerce para todos, sean del partido o del candidato que sea; y la imparcialidad que le veda al periodista servir a partidos, sectas, grupos o gobiernos. El amo natural del periodista es el receptor de sus noticias y, a través de él, toda la sociedad.
Este periodista así descrito, no actúa por conveniencia propia, no provisionalmente mientras encuentra un trabajo mejor en la política o en otra actividad. Es periodista de tiempo completo y de vida íntegramente dedicada a su misión con el objetivo claro de servir a la sociedad por la vía de la información. Es una persona en todo diferente del oportunista, del mercader, del trepador y del mercenario, subespecies que se dan en el periodismo, predadoras de su dignidad y siempre dañinas para cualquier sociedad. Puesto que el capital esencial del periodista es la credibilidad, resulta claro que cualquier incursión como político activo lo deja herido de por vida.

Referencia bibliográfica
Max Weber. La Política como profesión

  • La responsabilidad del periodista político es mayor que la del intelectual, debido a que sus actos irresponsables y los efectos de ellos tienen una clara censura social.
  • La prensa es necesaria para el político y el político trata de influir sobre la prensa. El periodista va perdiendo influencia política en la misma proporción en que el amo capitalista de la prensa aumenta su dominio sobre ella, en un creciente poder político.
  • La independencia política priva a los periodistas de los beneficios y de las ventajas otorgadas por los poderes políticamente dominantes.
  • La carrera periodística continúa siendo una de las vías de actividad política profesional más importante.
  • El periodista político se arriesga ante los poderosos, que tratan de sobornarlo, pero que le temen. El periodista debe superar la superficialidad y el sensacionalismo si quiere salvar su dignidad.
  • Existen dos formas de hacer de la política una vocación: o bien se vive para la política, o bien, se vive de la política. Aquel que vive para la política hace de la política su vida en sentido interno; o bien, goza con la mera posesión del poder que ejerce.
  • La política debe entenderse "una lucha por el poder, bien como medio para servir a otros fines, ideales o egoístas, o bien como poder por el poder, es decir, a fin de disfrutar de la sensación de prestigio que proporciona el poder.

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