Tomado de http://www.javiervelilla.es/
A veces uno llega a creer que en Europa no se respiran los absurdos que en esta América hermosa y diversa. Pero cuando se lee lo que pasa en Italia y las perlas de su primer ministro, el todopoderoso Silvio Berlusconi, uno recuerda que al menos una parte de esa Europa es tan cercana en esencia a nuestras tragedias.
Berlusconi responde al prototipo del líder prepotente. A esos de los que no importa si los clasificamos en la derecha o en la izquierda radical. Son prepotentes. Y punto. Y como tales no les gusta la crítica. Fácil deducción entonces: no les gusta la prensa. Al menos que no sea crítica o al menos que sea de ellos. O al menos que esté entregada a las mieles de ese poder, y que jueguen a la maravilla de ver, oír y callar. Les gusta la que usa vendas, tapones y esparadrapos, algunos sin siquiera saber que los llevan puestos, que es lo más doloroso.
Recuerdo a Berlusconi estos días en que hablamos más de la Libertad de Prensa, cuyo día especial se conmemora este 3 de mayo. A ese Berlusconi que hace poco acusó públicamente a Roberto Saviano -el periodista y escritor italiano que publicó Gomorra y desnudó la miseria y corrupción en las entrañas de Italia-, de hacerle publicidad a la mafia y de dañar la reputación de todo un país.
Berlusconi quisiera un ejército de periodistas ataviado de vendas, tapones y esparadrapos. La Italia ideal para el magnate de medios y de incontables empresas de todo tipo, es esa: una Italia con periodistas como los de sus medios, esos que celebran, que aplauden, que sonríen, que denigran.
Berlusconi en Italia; Ahmadineyad en Irán; Fidel Castro en Cuba; Hugo Chávez en Venezuela; Cristina de Kirchner, en Argentina; Rafael Correa en Ecuador; Álvaro Uribe en Colombia. Todos tienen en común su antipatía a la prensa no complaciente (la otra, la sorda, ciega y muda, la ven como simplemente una dependencia pública más). Todos coinciden en el poco entendimiento que tienen de sus esencias, de comprender que es una pieza fundamental en las sociedades democráticas que necesitan herramientas de contrapoder, de fiscalización a su poder. Todos comparten el ignorar la esencia de un oficio repleto de complejidades y errores, pero piedra angular en la historia como difusor de información que luego se ha transformado en conocimiento.
Es este lunes el Día de la Libertad de Prensa. Hora de volver a reflexionar sobre estas presiones. Recordar a los muertos, analizar la violencia contra el oficio. Fueron 99 los periodistas asesinados en el 2009; 136 los encarcelados en el mismo año. El oficio en México sigue desgarrándose e inclinándose ante el horror del narcotráfico, de la rutinización de la tragedia y la inoperancia de sus autoridades; Honduras rompe récords con siete periodistas asesinados en los últimos dos meses. En Cuba -donde hay 27 periodistas presos, entre ellos la primera blogger encarcelada, Dania García-, se intenta silenciar a las voces que gritan por la web el dolor de vivir en un país donde no hay libertades básicas como las de expresión o movilización. En Argentina, a la prensa que antes fue amiga, hoy se la denigra con carteles públicos, al más puro estilo del fascismo.
Carteles en Buenos Aires contra el grupo Clarín.
Tomado de www.medimanagementblog.files.wordpress
Tomado de www.medimanagementblog.files.wordpress
La lista, lastimosamente, es más amplia. Los peligros, las tensiones, los dolores para el periodismo y toda la sociedad, pueden palparse en un viaje imaginario tipo Google Earth por Latinoamérica; cruzar el Atlántico a la vieja Europa evadiendo mafias rusas e italianas enquistadas en las esferas del poder; atravesar el Medio Oriente esquivando las balas de la intolerancia político-religiosa; sobrevolar por China y franquear otra muralla, esa que se edifica contra internet y luego llegar a África para sobrevivir en medio de dictaduras que importan poco al mundo noticioso.
Es la hora del absurdo. Siempre lo ha sido. Es la hora de los muertos. Que ahora crecen con mayor impunidad. Es la hora de la intransigencia. La eterna, la milenaria.
3 comentarios:
No recuerdo la película pero era sobre un juicio a unos opositores al régimen nazi, al ser condenados la líder sólo dice: 'Algún día ustedes estarán sentados en este banquillo' y pocos años después sentaron a los nazis, a estos otros también los sentaremos hermano, ya verás
Ojalá nos sentáramos a dialogar. Pero es muy cierto, la historia ha demostrado siempre que los poderes absolutos acaban muy mal.
Hola Fernando. Coincido con tu criterio. Sin embargo, desde hace tiempo creo que la república de Montesquieu ya no existe, porque los poderes legislativo, ejecutivo y judicial se han convertido en simples comparsas. En el mundo actual, el principal poder es el económico y el segundo, el poder fáctico. ¿Y cómo se logra ese poder? Controlando los medios de comunicación. En eso están los señores que mencionas, y para lograrlo, pisotearán a cualquiera.
Un saludo
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