La venganza de los carteles mexicanos llena morgues diariamente en este país.
Tomado de www.larazon.es
México se está desangrando. Cifras recatadas precisan que unas 14 personas por día murieron el 2008 por crímenes relacionados a la guerra entre las bandas de narcotraficantes y en lo que va del 2009 la media ya superó los 15 asesinatos.
México se está desangrando. Cifras recatadas precisan que unas 14 personas por día murieron el 2008 por crímenes relacionados a la guerra entre las bandas de narcotraficantes y en lo que va del 2009 la media ya superó los 15 asesinatos.
Los medios, los analistas, hablan de que la crítica situación de violencia es una amenaza a la viabilidad del Estado y de la propia nación mexicana. Las autoridades movilizan al Ejército y a la Policía, pero la situación no se puede controlar. La franja fronteriza norte está bajo poder del narcotráfico, se informa; es noticia cuando Ciudad Juárez no tiene muertos un día, y el poder hace las típicas declaraciones de que la situación puede estar bajo control.
Tanto temor generan los narcos que Rick Perry, Gobernador de la fronteriza Texas, en los Estados Unidos, pidió a su Gobierno que envíe tropas ante un posible esparcimiento del terror hacia territorio estadounidense.
El temor lo tiene también el poder. Además,le tiene miedo a la prensa. Esta semana, el Procurador General de México, Eduardo Medina Mora, levantó polvareda con un pedido a los periodistas en el que usó un eufemismo: autorregularse, pero que en la práctica es un pedido de autocensura.
"Cuando la violencia se muestra repetidamente fuera del contexto de su combate, la criminalidad se trivializa, aparece como omnipotente e invencible y provoca desánimo o parálisis entre la población". Palabras más, palabras menos, la esencia de esta frase es la misma que la del ex ministro de Gobierno de Ecuador, Fernando Bustamante: la prensa acrecienta la percepción de la delincuencia.
Infografía de Milenio (aquí ampliada). Las muertes del narcotráfico en enero del 2009 en comparación con el mismo mes en años anteriores.
Medina se refiere a su escenario: el mexicano. Un análisis de la AFP sobre el debate resume así este cuadro: "Las imágenes de decapitados, incinerados, cuerpos diluidos en ácido, así como mantas (pancartas) que cuelgan en puentes y parques públicos a través de los cuales los narcos se amenazan y a veces vinculan a funcionarios con el crimen organizado, son algunos de los contenidos cotidianos en la radio, televisión y periódicos en México".
El debate es viejo. ¿Las cosas no existen porque la prensa no las informa? ¿Los crímenes se reducen si no aparecen jerarquizados en las páginas de los diarios? ¿Cuánto de show les damos a los criminales cuando se publican sus mensajes, sus cadáveres con letreros que indican una nueva venganza? ¿Cuál es el real deber del periodismo frente a este escenario?
La respuesta es obvia. La sociedad necesita un periodismo que muestre su espejo. Que abra, con ética, sin sensacionalismos, con prudencia que no significa autocensura, un debate sobre la realidad. Que sea un necesario contrapoder; que critique, si la existe, la inacción o negligencia del Estado para defender a los ciudadanos, esos que pagan sus impuestos para que el aparataje de seguridad estatal funcione. Que informe también de las mejoras y éxitos en esa lucha contra la criminalidad.
Lo que se necesita es una prensa que conjugue el triángulo de los valores fundamentales que se repiten en los Códigos de Ética de los medios del mundo: Verdad, Responsabilidad e Independencia.
Javier Darío Restrepo, periodista colombiano, instructor de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, quien es ya un clásico al hablar de ética periodística, ha topado el tema en bastantes oportunidades en sus charlas. En Sala de Prensa, asegura lo siguiente:
"Ante un terrorista que con su bomba se propone difundir el miedo, la desconfianza y la admiración aterrorizada por la aparición de un nuevo poder, ¿es posible que la palabra del periodista genere serenidad, confianza y rechazo del nuevo poder? En varios talleres hice ese ejercicio, en todos se comprobó que un periodismo pasivo y rutinario le da la razón a la señora (Margaret) Tatcher, de quien es la afirmación sobre la simbiosis entre terroristas y periodistas; y se descubrió que un periodismo activo y de propuesta tiene técnicas y recursos para enfrentar con eficacia la palabra a las bombas".
De regreso a México, su prensa y varios sectores respondieron con indignación al pedido de su Procurador.
"Hay que ponerles los reflectores a los narcotraficantes, hay que ponerlos en una casa de cristal, para que todo mundo pueda verlos, dar testimonios y combatirlos. La oscuridad, la censura, lo confuso, no favorece la lucha contra el crimen organizado", indicó el presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía del Senado de la República, Carlos Sotelo, según recogió La Jornada.
¿Reflectores a los narcotraficantes? Más bien luces intensas para el proceso criminal. Para ellos están las leyes. Los reflectores potentes, los necesarísimos, deben ser para los que los dejaron crecer. Para los que no los saben controlar. Para los que viven de sus coimas.
2 comentarios:
Se que este espacio no es político pero creo que el post amerita una reflexión política, ya que creo que con este gobierno de la revolución ciudadana como se hace llamar, los narcotraficantes y terroristas tienen su espacio. Me refiero a la reciente noticia de que algunos funcionarios del actual gobierno están involucrados con el narcotráfico y como si fuera poco con las FARC. Que lamentable tener que soportar que el presidente de los ecuatorianos vea este hecho casi que como un complot de la prensa, en donde se la acusa de querer informar. Esta técnica que utiliza Correa es ya conocida por algunos ecuatorianos (penoso es que no todos quieren ver la realidad). Con este hecho, no estamos nada lejos de lo que ocurre en México. Como podemos ver, aquí también hay narcos, guerrilla y un ministro que ve como una "percepción" la violencia y altos indices que vivimos en el Ecuador. Será que ellos dicen esto porque seguramente tienen una amplio resguardo y circulan en carros blindados. Si cada ecuatoriano tuviera estos privilegios, seguramente también hablarian de percepciones.
El narcotráfico, el crimen y la violencia ya es de todos compañeritos!
La prensa, imprime, con tintas cyan, magenta, yellow y black todos esos muertos, msacrados por la violencia. Acaso, me pregunto yo, es necesario verlos con tato detalle, acaso no es a esa autocensura a la que apela el sentido común. No pongo en duda la necesidad de informar sobre dichas mascares, pero sí la espectacularidad (morbosidad) con que algunso medios las "grafican" y con lo cual sus propietariso se llenan los bolsillos de monedas, manchadas monedas.
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