El miedo disfrazado de mascarillas en las calles del DF.
Tomado de www.consultsblogs.nytimes.com
¡Corran, corran! ¡Ya llega la gripe porcina! Arrasen con todas las mascarillas que puedan y pónganselas en la nariz y boca como nueva moda aséptica urbana. El miedo, ese coctel de dudas y parálisis momentánea ya está aquí, nuevamente. Una vez más es hijo de los medios y mucho más del internet.
La gripe porcina y todo el terror que ha generado esta enfermedad en los últimos días se propaga como una pandemia adicional por la web. Se multiplica en los mensajes del Facebook y en la red de microblogging Twitter a una velocidad impresionante.
“Me duele mucho la cabeza, ¿no tendré gripe porcina?”, "soy el primer caso confirmado de Chile con gripe porcina", "a cenar y película y no salir por la gripe porcina", "a las 11:30 PM todos orando en cadena de oración por la gripe porcina para que acabe y Dios tenga misericordia, páselo a tus contactos". Así, de diversas formas y hasta con plegarias, un periodista de Argentina, un bromista chileno, un mexicano de Monterrey o un guayaquileño son casos reales de internautas que inundan estos segundos (ya la instantaneidad online archivó el "estos días") la red de microblogging Twitter, en una especie de histeria virtual.
En Facebook la cosa es parecida. Más de 300 grupos, en español, y más de 500, en inglés, se han creado bajo la temática de este virus, y siguen creciendo. Fotos de Babe (el chanchito adorable que ustedes recordarán en la película australiana del mismo nombre); de Homero Simpson agarrando a un cerdo o de virus observados en un microscopio, adornan las presentaciones de estas agrupaciones virtuales de la red social líder a nivel mundial, algunas de ellas con más de 7.000 miembros.
El pánico virtual es gigantesco si se analiza una cifra dada por la consultora Nielsen online: un 6% de los mensajes colgados el martes 28 en blogs, microblogs, páginas de noticias y foros de internet se referían a la gripe porcina, según recoge la agencia EFE.
Todo este pandemónium me ha recordado a Michael Moore. El polémico cineasta estadounidense nos dejó en su oscarizado documental Bowling for Columbine (sobre el uso libre de armas en los EE.UU. y sus implicaciones) una reflexión de fondo, muy moderna para nuestra vida globalizada y cada vez más llena de tecnología: vivimos una cultura, una sociedad del miedo.
Una cómica parte de Bowling for Columbine.
¿Cuánto de ese miedo es responsabilidad de los medios? ¿Cuánto contribuimos a ello los internautas con nuestra pequeña dosis de mensajitos virtuales?
Frank Furedi, profesor de sociología de la Universidad de Kent, en Canterbury (Inglaterra) y autor del libro Cultura del miedo, reflexiona en un artículo titulado "La gripe porcina y la dramatización de la enfermedad", lo que para él es una exageración mediática más, similar a las que, según su análisis, han hecho hasta las más prestigiosas publicaciones especializadas que han caído en la tentación de la cifra fácil y la contextualización histórica de pandemias del pasado que nada tienen que ver con la realidad y los avances científicos actuales, lo que genera una especie de terror colectivo por asociación de ideas.
"Desde el cambio al nuevo milenio el término pandemia se ha convertido en normal y es usado cada vez más para enmarcar ansiedades y miedos globales. Las alertas de salud han sido transformadas en rituales, a través de los cuales empresarios temerosos nos recuerdan, en una moda casi religiosa, que la extinción humana es una muy real posibilidad".
Furedi, quien ha explorado en sus libros controversias y el pánico en las sociedades occidentales y cuyos artículos se han publicado en medios especializados como New Scientist o Harvard Business Review y diarios como The Guardian o The Wall Street Journal, asegura que no hay nada inusual en la aparición de la gripe porcina y que, en principio, la ciencia actual tiene todos los recursos e ingredientes técnicos que se necesitan para lidiar con el virus.
El especialista cita dos ejemplos sobre la "terrible amenaza" que se cernía sobre la humanidad, según algunas publicaciones y expertos, hace tan solo cinco años, cuando abundó la información sobre la gripe aviar asiática.
New Scientist advirtió que un brote de gripe aviar que se transmita de humano a humano podría matar a 1.500 millones de personas y el prestigioso científico británico, Hugh Pennington, declaró que la enfermedad "es la más grande amenaza para la raza humana", y que "de lejos supera al bioterrorismo; esto es terrorismo natural".
¿Cómo informar? ¿Hay que callar, entonces? Desde luego que no es esa la solución. Menos adjetivos, más precisión informativa, nula especulación (que no significa cero interpretación), son elementos necesarios.
Periodismo preventivo, de crisis y científico; fiscalización del poder, formar parte de la agenda pública, contextualización constante de lo que se informa y pedagogía para los términos complicados. Son solo algunas de las sugerencias del documento Periodismo preventivo y cobertura de situaciones de riesgo, una guía para profesionales de prensa centrada en la gripe aviar, realizado por la Unicef y la red ANDI de América Latina.
El texto habla de la necesidad de la mesura: "Al reproducir el discurso del miedo se genera impotencia entre la población y aumenta el pánico. No se debe divulgar tan solo el inventario de la crisis (cifras de personas fallecidas o enfermas, pérdidas económicas y dificultades a la hora de hacerle frente a la enfermedad), sino también se han de ofrecer datos positivos, capaces de motivar a la población a plantarle cara a la epidemia. Por ejemplo: ¿cómo evitar el contagio? ¿Cómo alimentarse sin correr peligro? ¿Cómo pasar a formar parte de grupos de voluntarias/os?".
El miedo. ¿Es posible disminuirlo si es parte de nuestras vidas? Michael Moore habla de uno necesario, ese que tiene una brújula calibrada correctamente para sobrevivir, pero que, según su criterio, es una brújula que ahora está apagada porque se nos dice que debemos tener miedo de todo. "Las cosas de las que estamos asustados, o que nos dicen que nos deben asustar, no son necesariamente las que debemos temer".