Tomado de www.fotolog.com
El odio se riega por internet y las redes sociales son un vehículo para descargar pasiones de forma colectiva. Algunos grupos que se crean en Facebook parecen un chiste, pueden arrancar una sonrisa, pero tienen una carga profunda que se presta para el análisis.
Hay para todos los gustos. Desde aquel inquieto ciudadano que se siente contrariado los sábados por la mañana y que decidió crear un grupo llamado “Odio las cadenas nacionales del Presidente”, al que lo siguen casi 33 mil personas. O aquel otro que piensa que solo su preferencia musical es la correcta, por lo que hace una plegaria, secundada por más de 95 mil seguidores: “Dios, déjanos a Cerati y te mandamos a Arjona”.
Es el signo de los tiempos. Vivimos una época de peligrosa polarización. Los liderazgos políticos regionales y los críticos de esos liderazgos han abonado para el mensaje de los extremos. De blancos y negros, de estar con una visión o contra ella. De ser amigo o enemigo. Es un discurso que olvida los matices.
Las redes sociales son parte de ese espejo. Su reflejo muestra que no solamente en la región se acentúa la intolerancia. El centro Simon Wiesenthal, una organización judía que busca defender los derechos humanos y fomentar la tolerancia, publicó su informe Facebook, YouTube. Cómo las redes sociales desahogan impacto en el terrorismo digital y el odio, del que la prensa mundial se hizo eco recientemente. En él se hace un inventario de cómo estas dos redes sociales han sido el espacio para aglutinar virtualmente a grupos de odio. Hay desde los que buscan la muerte de los gays en Serbia; los que quieren que los rumanos salgan de Italia, o los griegos, miembros de un grupo que propugna la “supremacía blanca” y que comparte un video titulado Hitler, salvador de Alemania y su creencia de que “solo el nacionalsocialismo puede restaurar el orden y la disciplina, la esperanza, tan largamente destruida por el maligno sistema de la democracia”.
En definitiva, el centro identificó 11.500 sites que fomentan el odio y el terrorismo, y que el “más grande incremento” de desprecio digital ha provenido de Facebook y YouTube, sitios que luego de recibir este informe aseguran que han incrementado sus filtros de seguridad y trabajado en la eliminación de estos grupos.
El tema va más allá de Facebook. La BBC publicó hace poco una nota titulada El odio en internet también es social. En ella analiza cómo Formspring, la red social que permite hacer preguntas anónimamente con el objetivo de conocer mejor a amigos y a cualquiera que tenga una cuenta en el sitio, se ha convertido también en una especie de muro virtual para el insulto, en especial entre adolescentes, un grupo que puede tener un fuerte deseo de exhibición y ser poco reflexivo sobre la importancia de su reputación.
“Esta situación es seria porque generalmente los padres no están preparados para guiar a sus hijos en estas situaciones, y las escuelas no sienten la responsabilidad de intervenir”, le dijo a este portal el abogado brasileño Alexandre Rodrigues Atheniense.
¿Cuántas gotas podemos aportar a esos mares de intolerancia en nuestros pequeños espacios virtuales? ¿Lo reflexionamos cuando insultamos al equipo rival de fútbol y a sus hinchas? ¿Cuando participamos en las tradicionales cadenas de mails con insultos y montajes? El asunto no es si Cerati es mejor que Arjona. O al revés. O que el rock debe aplastar al reggaetón. Es simple convivencia. Es simple respeto por el gusto del otro.
Hay para todos los gustos. Desde aquel inquieto ciudadano que se siente contrariado los sábados por la mañana y que decidió crear un grupo llamado “Odio las cadenas nacionales del Presidente”, al que lo siguen casi 33 mil personas. O aquel otro que piensa que solo su preferencia musical es la correcta, por lo que hace una plegaria, secundada por más de 95 mil seguidores: “Dios, déjanos a Cerati y te mandamos a Arjona”.
Es el signo de los tiempos. Vivimos una época de peligrosa polarización. Los liderazgos políticos regionales y los críticos de esos liderazgos han abonado para el mensaje de los extremos. De blancos y negros, de estar con una visión o contra ella. De ser amigo o enemigo. Es un discurso que olvida los matices.
Las redes sociales son parte de ese espejo. Su reflejo muestra que no solamente en la región se acentúa la intolerancia. El centro Simon Wiesenthal, una organización judía que busca defender los derechos humanos y fomentar la tolerancia, publicó su informe Facebook, YouTube. Cómo las redes sociales desahogan impacto en el terrorismo digital y el odio, del que la prensa mundial se hizo eco recientemente. En él se hace un inventario de cómo estas dos redes sociales han sido el espacio para aglutinar virtualmente a grupos de odio. Hay desde los que buscan la muerte de los gays en Serbia; los que quieren que los rumanos salgan de Italia, o los griegos, miembros de un grupo que propugna la “supremacía blanca” y que comparte un video titulado Hitler, salvador de Alemania y su creencia de que “solo el nacionalsocialismo puede restaurar el orden y la disciplina, la esperanza, tan largamente destruida por el maligno sistema de la democracia”.
En definitiva, el centro identificó 11.500 sites que fomentan el odio y el terrorismo, y que el “más grande incremento” de desprecio digital ha provenido de Facebook y YouTube, sitios que luego de recibir este informe aseguran que han incrementado sus filtros de seguridad y trabajado en la eliminación de estos grupos.
El tema va más allá de Facebook. La BBC publicó hace poco una nota titulada El odio en internet también es social. En ella analiza cómo Formspring, la red social que permite hacer preguntas anónimamente con el objetivo de conocer mejor a amigos y a cualquiera que tenga una cuenta en el sitio, se ha convertido también en una especie de muro virtual para el insulto, en especial entre adolescentes, un grupo que puede tener un fuerte deseo de exhibición y ser poco reflexivo sobre la importancia de su reputación.
“Esta situación es seria porque generalmente los padres no están preparados para guiar a sus hijos en estas situaciones, y las escuelas no sienten la responsabilidad de intervenir”, le dijo a este portal el abogado brasileño Alexandre Rodrigues Atheniense.
¿Cuántas gotas podemos aportar a esos mares de intolerancia en nuestros pequeños espacios virtuales? ¿Lo reflexionamos cuando insultamos al equipo rival de fútbol y a sus hinchas? ¿Cuando participamos en las tradicionales cadenas de mails con insultos y montajes? El asunto no es si Cerati es mejor que Arjona. O al revés. O que el rock debe aplastar al reggaetón. Es simple convivencia. Es simple respeto por el gusto del otro.
1 comentario:
" EL ODIO" es la contra inevitable del amor que se promulga de igual manera en el facebook u otros tipos de redes sociales. El manifestar tal sentimiento no está nada alejado de la "realidad" como tal.
Detener estas declaraciones públicas es una utopía , pues sabemos bien que ningún ser humano será "realmente" controlado desde su subjetividad . Mejor expresar las inconformidades e insatisfacciones ... preferible que lo escriba a que "se haga" odio en el acto.
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